El lenguaje arquitectónico de este hotel tiene una estrecha relación con el mar, las olas y la naturaleza, gracias a su respetuoso emplazamiento que se funde con la sinuosidad de las dunas y la experiencia que ofrece a sus pasajeros en torno al mundo del surf.
Por: María Gracia Paúl
Desde su creación, este hotel ha sido anfitrión de los campeonatos de surf más importantes que se han realizado en Chile, como el “Ceremonial de Punta de Lobos”, evento que se lleva a cabo el día en que se forman las olas más grandes del año y todos los surfistas, tanto chilenos como extranjeros, llegan a este lugar preparados para esta gran fiesta.
Este es un destino entretenido, su ambiente es juvenil y relajado, la buena energía se siente al momento de ingresar, caminar por debajo de los atrapa-sueños que decoran los ambientes y enfrentarse al grandioso mar que sirve de telón de fondo.
Ubicado en Punta de Lobos, Pichilemu, una zona donde en su parte final se encuentra una formación rocosa con imponentes acantilados llamada Los Morros, Hotel Alaia es propiedad de Nicholas Davis, quien soñó con levantar un hotel temático y sustentable después del terremoto del año 2010 que afectó a esta zona, pero con la mejor comodidad y buen servicio.
Su nombre guarda un fuerte simbolismo, porque Alaia fueron las primeras tablas de surf que inventaron los hawaianos hace más de cien años, las cuales fabricaron en madera orgánica y con un diseño básico. Esta tabla representa el surf más auténtico, simple y original, misma filosofía con que se concibió este hotel.
La arquitectura, proyectada por Nicolás Pfenniger, busca ser una obra para la contemplación sin intención alguna de competir con el paisaje. Así, el edificio principal se entierra suficientemente para que desde la calle pase inadvertido y no se pierda la línea del horizonte.
Las habitaciones se encuentran separadas del edificio principal y se ubican como módulos siguiendo el movimiento de la arena, generando recorridos en toda la distribución, donde siempre la presencia del mar es protagonista. Aquí se duerme cómodamente, las habitaciones destacan por su gran tamaño y la generosa vista que tienen hacia el océano, con directa salida hacia la playa.
Aquí se duerme cómodamente, las habitaciones destacan por su gran tamaño y la generosa vista que tienen hacia el océano, con directa salida hacia la playa.
La mayoría de las maderas nativas que se utilizaron para la construcción de este hotel fueron recicladas de antiguas casonas. Todas las puertas, marcos de ventanas y revestimientos se trabajaron en un taller montado in situ, siendo para sus autores un trabajo enriquecedor y de mucha experimentación. El resultado fue una acabada terminación de corte artesanal.
Este noble material es el encargado de generar la calidez de este lugar, con sus distintas texturas y tonalidades, unido a la decoración que incluyó Paulina Catafau, a partir de colores neutros, como mantas tejidas, esculturas de artistas y la barra fabricada con retazos de madera de la construcción, con un diseño inspirado en la textura marina.
Durante el día, los pasajeros se pasean de un lado a otro en las diferentes actividades al aire libre que aquí se ofrecen, como deportes de tabla, stand up paddle, yoga, muro de escalada, kayak y bicicletas.
Al llegar la tarde la dinámica cambia y todo se centra en el hotel mismo. Algunos llegan a la piscina o cubas calientes y otros pasan a comer al restaurante, cuyo chef se enfoca en preparar exquisitos platos que resaltan productos estacionales y obtenidos en la zona.
www.hotelalaia.com